Desesperación



A veces ocurren cosas, sucesos que derriban de un plumazo todo de lo que se presume, acontecimientos que te retrotraen sin remisión. Juro por todos los diablos que hubiese mil veces preferido la peor de las torturas inquisitoriales antes que recibir esa llamada. El mundo en el que vivía ha desaparecido, y con él toda la felicidad y virtudes dispuestas a donar que guardaba en mi alma. Deseo con descarnada vehemencia recoger todos los ecos del mayor de los truenos y arrasar la tierra. Hacer palidecer a Lamasthu con mis perversas ideas. Levantar tumbas y pisar cráneos; el rechinar de los huesos confortaría mi rabia. Proclamar mi deslealtad a Dios a través del más infame de los ciclones. 

Secuestrada por la cólera cogí el primer tren para Gijón, el estado histérico de toda yo me hubiese impedido conducir un solo minuto. Mis ojos, totalmente irritados, inyectados en sangre, atascados por la mucosa y la sal de los sentimientos, no me dejaban ver. Jadeaba sin parar. Y comencé a sentir el calor pegajoso de la gente; sus miradas, sus pensamientos;  el aliento nauseabundo que desprendían sus bocas me incitaban a vómito. Pervertidos, violadores, depravados, cornudos, innobles. La curiosidad inmunda vive dentro de todos ellos. ¡Qué asco! Pensé por un instante en arrancarme los ojos y arrojarlos al mugriento suelo de aquel vagón; les hubiese extirpado de raíz las ganas de meter las narices donde no fueron invitados.
 
De camino al tanatorio la lluvia y el viento arremeten contra mi débil organismo. Y vuelvo a ser carne flácida de nuevo. Mis manos, llenas de dedos largos, se aferran al paraguas mientras intento esquivar todos los charcos. Lloro y grito por las calles. Una enfermedad cruel y fugaz se la ha llevado para siempre. Si el amor es un sentimiento vivo por una persona a la que se le desea todo lo bueno, Julieta ha sido y será el gran amor de mi vida. 

Pero ahora más que nunca, entre la cordura y la paranoia, quiero hablar contigo. Y voy a ser transparente como el cristal que me separa en este momento de su cuerpo muerto. ¡Esto es la guerra! ¡La batalla contra ti, vil destino! ¡No creas por un segundo que voy a rendirme! Exprimiré el fondo de mi corazón hasta conseguir la poción mágica, y no te quepa duda que amaré de nuevo. Y amaré con todas mis fuerzas. Y amaré hasta emblanquecer la noche y nublar el día. Y amaré como nadie ha osado amar, desde la pasión hasta la locura. Y te venceré. Juro que te venceré.

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